LA HORA DEL GENERAL


viernes, 29 de agosto de 2008

SEGUNDA Y ULTIMA PARTE

La mano del periodista apretó el botón “rec” y la cinta arrancó su camino y disparó su primera pregunta.
– ¿Te acordas cual fue el gol que mas festejaste?
– Como para no olvidarme – confesó el turco –. Fue en el clásico con Huracán. Justo ese día los dos nos jugábamos todo, porque nosotros peleábamos el campeonato con River y con Racing, y para colmo, faltaba una fecha. Si nuestro equipo ganaba quedábamos igual que los de Avellaneda que ya habían conseguido la victoria y esperábamos el resultado de los de Nuñez, si ganaba quedábamos para hacer un triangulo entre los tres, una locura. Y para colmo, el globo, si perdia se iba al descenso, imaginate nomas, lo que fue esa final de campeonato. La cosa fue asi: Ni bien arranca el segundo tiempo, sacamos nosotros de la mitad de la cancha.
– ¿De donde si no? – dijo el periodista interrumpiendo y
riendose.
– Si… Y se la paso al “chico” Artime, abrió rapido, como si faltara un minuto para que termine el partido, y se la pasó al 8, el Uruguayo Pepe Caruso, este, bien pegado a la linea de cal, arranca la carrera, 20 metros sin parar y se la devuelve a Artime, que habia picado como una avestruz al trote. Cuando la agarró dejó que se les acerquen dos de los contrarios, ahí la pasa de taco para Gutierrez y el de primera me la pasa a mi que me había sacado un defensor de encima de esa manera me quedé con el arquero, que se vino de a la carrera por el lio que se armó. Cuando la pelota estaba llegando a mis pies, le estoy por dar un zurdazo cruzado al arquero, cambiándole el angulo, pero la freno, la dejo dormida en el botin, el arquero que venia casi a la carrera se paso de largo, entonces ahí, tranquilo, le doy despacito. La redonda paso pidiendo permiso. Me fui corriendo al alambrada a festejar con los hinchas.
– Si, si, me acuerdo – Asintió –. Como decis vos, “para olvidarse”. Uy, ahí viene los cafes.
Apretó el boton del grabador y la cinta de de correr. Se quedaron en silencio mientras el mozo dejaba la taza, el azucar, el tostado, el agua y el jugo de naranja.
– ¿sabes? – Dijo el turco en voz baja –. Nunca voy a entender porque cuando pedis café te traen jugo de naranja. Tendrían que traer un folleto explicativo para saber que hacer con el jugo. Igual – subiendo los hombros, como resignado –, yo lo tomo igual.
– La verdad nunca lo había pensado.
Dudaron en llamar a algún mozo y cuestionarlo con respecto al famoso jugo de naranja, pero seguramente no lo iban a saber, y si lo sabian no lo iban a decir, o, mucho peor aun dirian “son las normas de la casa”.
El perodista tomó con delicadesa los sobres de azucar y corto el papel suavemente, como si la paz del mundo dependería de ese momento, en circulos desparramaba sobre la espuma del capuchino. Para ser amable le pregunto al Turco cuantas de azucar quería, el jugador negó con la cabeza. El periodista pensó que quería tomar los sobres de azucar el mismo, pero insistió.
– No, gracias. Tomo sin azúcar.
Quedó un silencio incomodo en el aire. Como haber preguntado por un familiar muerto. Costó unos segundos, y unas miradas por la ventana reestablecer la charla, pero en realidad pensaron al unísono que pasaron varios minutos.
La charla se reanudó a los minutos cuando el en entrevistador disparó una nueva pregunta.
– ¿En el exterior te fue bien, cierto?
– Si, igual más que nada me pediría otro café – Sentenció el
Turco como si nada.
– Bueno… Si – Se detuvo un segundo para dedicarse a pensar si lo que había escuchado tenía sentido o no. No lo tenía, al menos para el. Luego de ese lapso respondió otra vez –. Si.
– ¿Sabes una cosa? Una vez escuche que una empresa de aerolíneas calculó que si quitaban una aceituna por ensalada que sirven en primera clase, se ahorrarían 50.000.000 de dólares al año.
El periodista se sintió en un camino al que no supo como entró y no va a saber como salir.
– Imagina – siguió el turco – si acá sacan el jugo de naranja cuando sirven el café, ¿Quizá se ahorren la misma plata, claro, eso si, en pesos. De última, en vez de encanutarse la plata, que sirvan tazas de café más grande. ¿Me pido otro café entonces?
– Si, si. Por su puesto.
– ¿Le preguntas para qué es el jugo de naranja ahora?
– No, no. Tengo un prestigio en este bar
El Turco puso cara de niño al que no le compraron un juguete y pidió otra taza.
– ¿Estas tomando mucho café, no?
– Y si, con algo tenía que tapar…Ya sabes. Era café, cigarrillos…
– O jugo de naranja.
Rieron los dos.
– Con respecto a…Ya sabes, ¿Me comentas?
– Y…Dale – Bebió el café de golpe como quien toma una medida de tequila –. Eran otros años. Si no estabas adentro eras un boludo. Te rodeas de gente de esa calaña y no te das cuenta en donde estas. Al principio era distinto, era puro alcohol, ¿viste? Cerveza, vinos, champagne, whisky, todas las noches, vas perdiendo la familia, los amigos. Pero después, cuando pensas que no podes perder nada más, ahí te cae, pero no la ficha, te caes en las drogas.
– ¿Te acordas que era lo que consumían?
Y, mira, consumíamos: Heroína, Cocaína o fafafa, papusa, barbitúricos, belladona, estramonio, opio, tela de araña, metadona, ketamina, benzodiazopines, anfetaminas, amapola, buprenorfina, morfina, disolventes, MTA, LSD, metilfenidato, esteroides, anabolizantes, GHB, éxtasis, paco, tucas de paco con pasaje de subte, con virulana…
– ¿Y porro no? – Dijo el periodista como riendo de su propia pregunta.
El turco frunció el seño, y contesto seriamente:
– No, no, marihuana para nada. Esas cosas no.
Costo mucho retomar la charla para el entrevistador. La charla siguió, pero nunca salió en la revista.